Cuando nos planteamos el contenido de la presente exposición, decidimos

que lo que queríamos era hablar de todo aquello que hace bella una ciudad,

de lo que se ve a simple vista y de aquello que, de un modo casi

imperceptible, consigue crearnos una sensación de belleza.

Por ello, la pregunta que nos hicimos fue, qué es lo que hace bonita una

ciudad: ¿la gente?, ¿la arquitectura?, ¿las calles?, ¿los pequeños detalles?,

¿los monumentos?, en qué nos fijamos cuándo paseamos por las calles y

decidimos, al final de la jornada, que ha merecido la pena la visita.

Puede que nos llame la atención la uniformidad del estilo arquitectónico, su

urbanismo, las zonas abiertas donde los vecinos pueden interactuar, calles

peatonales, anchas avenidas…

Las ciudades bellas son aquellas que consiguen crear una sensación

agradable, ambientes y rincones únicos que son recordados y reconocidos

por su equilibrio estético.

La inmensa mayoría recuerda con agrado paseos por calles con puertas y

ventanas pintadas de colores, grandes vasijas ubicadas en sitios

estratégicos, escaleras y fachadas coloreadas, macetas de bellas flores,

tapias sucias y desconchadas transformadas con grafitis en espacios

imaginarios o pinturas que recrean personajes variopintos o mensajes con

carga social.

La belleza, como la cualidad o virtud que habla de lo armonioso y que causa

placer a los sentidos, es un concepto subjetivo, pertenece a la sensibilidad

de cada persona. Por ello, cada uno de nosotros ha querido plasmar, con un

lenguaje fotográfico, aquello que pensamos sirve para hacer bella una

ciudad.

El visitante de la exposición podrá estar de acuerdo, o no, con nuestra

visión, podrá pensar que la belleza de una ciudad se esconde en otros

lugares, ya lo hemos dicho, la belleza es una cualidad subjetiva. Lo que

pretendemos es compartir con los asistentes los conceptos y las

sensaciones que nos sirven para entender la belleza de “LA  OTRA

CIUDAD”.